¿Han escuchado la frase ¡Ay, la juventud de estos tiempos!? Seguro más de una vez, pero ¿quién tiene la culpa de que la chaviza esté pasando por los peores momentos?; en nuestros tiempos unas nalgadas, un jalón de orejas o un regaño, eran suficientes pa’ meternos en cintura, últimamente se requiere un poco más.
Hoy les contamos sobre cuánto, cómo y dónde, el país está invirtiendo para el desarrollo de los niños y jóvenes.
La población del país está compuesta por 39.2 millones de niños y adolescentes, los cuales representan el 33.3%. Cantidad que representa el motor principal para el desarrollo económico y social de las familias.
Una idea similar debería de tener el gobierno, al momento de crear el presupuesto de la nación; de acuerdo con J. Heckman, Premio Nobel de Economía del 2000 y experto en la economía del desarrollo humano por la Universidad de Chicago, invertir en la educación de los primeros años (0 a 5) tiene un impacto para las naciones, que va del corto al lago plazo.
Heckman cita los resultados del programa Chicago Chilld Parent Center, cuyo objetivo es conocer los beneficios de invertir en la educación preescolar, los cuales muestran una rentabilidad a la sociedad de 48 mil dólares por cada uno de los niños que se integran al nivel preescolar, es decir, 7.10 dólares por cada dólar invertido; resultado que se traduce en mayores probabilidades de que terminen la secundaria, menos probabilidades de repetir años y/o necesitar ayuda adicional, o incluso ser arrestados.
La realidad de nuestro país es completamente diferente, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y UNICEF, en 2015, ya que 8 de cada 10 pesos invertidos, entre 2008 y 2011, en pro de la niñez y adolescencia, fueron dedicados para educación y salud, dejando de lado otros aspectos importantes para el correcto desarrollo de este sector de la población. En contraste, el promedio del PIB destinado para la niñez y juventud, en otros países pertenecientes al PNUD, es del 5.0% contra el 3.7% que brinda nuestro país.
Como consecuencia de esto, tenemos un aumento en la taza de embarazo adolescente, uno de cada dos niños vive en pobreza extrema, uno de cada tres sufre de sobrepeso u obesidad, más del 10%, entre 0 y 5 años, tiene algún grado de desnutrición. Además, somos el país con mayor índice de deserción escolar y con 2.5 millones de niños y niñas trabajadores, de los cuales el 7.2% no van a la escuela.
Todo esto, ¿será culpa del mal diseño de políticas públicas?, o consecuencia de una mala administración, si esto sigue así ¿quiénes serán los Godínez del mañana?
Con información de Forbes