1. Al conseguir un nuevo empleo uno debe firmar un contrato laboral, es decir, un contrato que nos destina ciertas responsabilidades específicas como contratados, al tiempo que, destina ciertas responsabilidades para con nosotros a los contratantes, por ejemplo, brindar protección respecto a la salud, o la más obvia, dar un salario al contratado. Pero… ¿acaso entra en dicho contrato el pago del salario emocional?
Ciertamente la respuesta podría resultar confusa, pues ¿cómo se puede poner medida (para después asignarle un valor monetario determinado) a los sentimientos de una persona?

A pesar de lo extraños que pudieran resultar tales cuestionamientos, la mexicana Marisa Elizundia y la inglesa Clodagh Beaty, dos investigadoras con mucha experiencia en las áreas de desarrollo organizacional, coaching, y recursos humanos, llevaron a cabo una investigación entre países de habla hispana, inglesa, portuguesa e italiana, para poder tener un poco más de claridad en cuanto a la tópica de las motivaciones laborales. Lo anterior visto en el marco del contexto pandémico actual.
Y bueno… el lector podría argüir que eso no tiene nada que ver con el salario emocional, pero vaya que sí, en la medida en que estas investigadoras propusieron una forma de medir las emociones, ello en cuanto a los beneficios que una persona pueda obtener de su trabajo: el Barómetro de Salario Emocional.
El BSE, como lo referiremos de aquí en adelante, es ya una herramienta base en el área de Desarrollo organizacional, y como se dijo, ella se basa en los beneficios que una persona pueda llegar a obtener de su empleo. Para esto se ha creado una herramienta en línea que mide el Salario Emocional.
Esta herramienta online se basa en 10 factores, a saber: autonomía, creatividad, disfrute, maestría, crecimiento profesional y personal, propósito y significado, inspiración, dirección y pertenencia.
2. Home office
Precisamente, lo que coligió Elizundia de la situación pandémica actual (y con la llegada del esquema laboral conocido como Home Office), está relacionado con uno de dichos puntos a analizar, pues las personas buscan un aliciente mayor al monetario en este sentido, buscan un sentido propio, individualista en cuanto primero toca a su crecimiento personal, y después al profesional. Por lo que en experiencia de las investigadoras, la definición del trabajo tendría que reinventarse para dar un sentido laboral y de pertenencia personal a los individuos.
Al finalizar el test del BSE sobre la base de los 10 factores antes dichos, se tiene como resultado un informe que habrá balanceado toda la información capturada, otorgando entre otras cosas un desglose del Salario Emocional, la definición de los factores, puntuaciones para cada uno de ellos y consejos para aumentar cada factor.
Podemos concluir que el Salario Emocional es una especie de aliciente individual, vamos, es una retribución, son los beneficios emocionales que uno obtiene al trabajar en una empresa.
Podríamos decir entonces que el Salario Emocional es viento en las velas de nuestro barco cuando hay tormenta en el horizonte, es una forma elegante de llamar a “lo que el trabajo de te deja de bueno a nivel emocional, ergo, personal”.
¿Nuestros jefes tendrán en cuenta el Salario Emocional, siquiera nosotros lo tendremos en cuenta? La pregunta está ahí y queda sobre la mesa, o el papel.
Fuentes:
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