Manual del Godínez Posmoderno: el Síndrome del Impostor, o ¿cómo es que las personas exitosas suelen autosabotearse?

Tal vez el título les haya llamado la atención por parecerles fuera de lugar, lo sabemos, godilectores, ¿cómo podríamos concebir que una persona exitosa se autosabotee? Pero sucede y es mucho más común de lo que piensan.

Hagamos memoria, quizá recuerden a esa persona cercanísima a ustedes que es exitosa, es “perfecta” en todo, pero por alguna razón no concibe que las cosas que ha hecho son en sí, espectaculares, que ha hecho mucho. Y sólo quizá… Nosotros le decimos que es una tontería no celebrar los logros que ha tenido, que es una persona formidable, pero después en casa recordamos eso que le dijimos y probablemente pensamos en que nosotros también lo hemos hecho, hemos hecho menos nuestros logros, o incluso, hemos querido pasarlos desapercibidos, ergo, que los demás no los noten.

En dicha situación tenemos claramente dos casos del Síndrome del Impostor. Pero no os preocupéis, queridos godilectores, porque aquí les hablaré de este síndrome, lo que conlleva y ¿cómo es que podría afectar nuestras carreras profesionales?

Este síndrome fue descrito por primera vez en 1978 y se entiende como un trastorno psicológico que afecta la autopercepción en cuanto a los logros profesionales, o personales, pues quienes lo padecen los atribuyen a otras cuestiones o factores, nunca como mérito propio.

Según estadísticas, este síndrome afecta al 70% de las personas en algún punto, lo anterior según datos del estudio The Impostor Phenomenon, publicado por el International Journal of Behavioral Science. Los estudios señalan que este trastorno psicológico se relaciona con el perfeccionismo, sobre todo en mujeres, pero también presentado en hombres.

También las personas que sufren de este síndrome viven con el constante miedo de ser descubiertos por los demás como impostores, como personas que no tienen idea de a lo que se dedican. Los sujetos que lo padecen atribuyen sus logros a una especie de suerte, o a factores que no tienen que ver con sus propias capacidades y potencial.

Este trastorno afecta, sobre todo, a personas que tienen un alto rendimiento siempre, a las personas que buscan siempre entregar las cosas a la perfección, o tener todo bajo control. Los ataques de ansiedad provocados por la inseguridad son recurrentes en ellos, por lo que este trastorno se sustenta en un sentimiento que no tiene que ver con los indicios reales, o las pruebas objetivas.

Y una situación que alimenta este trastorno es que, en un mundo interconectado como el nuestro, es obvio que al entrar a Instagram podemos ver que a fulanito le dieron un carro del año en la chamba, o que sutanita se fue de viaje a tal sitio, es decir, se muestra el éxito en su más pura fachada, pero no se ve el background o los tropiezos que, probablemente, llevaron a estas personas a alcanzar sus metas.

No existe una cultura del “ensayo: error-acierto”, simplemente existe la cultura del acierto, de los ganadores, de las personas fuertes que no se desmoronan y jamás pierden. Por eso es que necesita haber un cambio, debe existir más apoyo, tanto dentro de las oficinas, como en casa, con los amigos, etc. Debemos normalizar (sí, una vez más normalizar, aunque ya estén hasta la coronilla, pero es necesario), el hecho de que es normal tropezarse, caerse después de haber dado un traspié, pero debemos continuar, intentar por todos los medios hasta lograr cumplir nuestras metas, ya sean a corto o largo plazo.

Aquí no hablamos de si este trastorno afecta más a hombres que a mujeres, por una sencilla razón (aunque sabemos que la presión sobre las mujeres es mayor, pues, cof cof, vivimos en un orden patriarcal), en general se debe crear una cultura de support, tanto para mujeres, como para hombres, nadie está exento de sentirse un impostor, no es un asunto genérico, puede pasarle a cualquier ser humano que tenga debilidades, miedos, metas, aspiraciones, inseguridades, entre otras cuestiones sumamente humanas.

Incluso, podría ser que, por el miedo a revelar una posible “debilidad”, los hombres no digan la verdad cuando se les pregunta sobre este tema, y todo tiene que ver, de nuevo, con nuestra falta de cultura de apoyo, de cultura del “tropiezo-levanto”. Es más, pareciera que incluso alguien que tal vez queda un poquito lejana, como Jenny Rivera, hizo más por apoyar esta cultura, con su famoso “Si por pen**** me caí, por cab**** me levanto”, pues de eso se trata la vida personal, laboral, y profesional, de cometer errores, pero siempre aprender de ellos.

Además de crear una cultura del “tropiezo-levanto”, el plasmar sus sentimientos de “impostor” cada vez que surjan, hacer una lista de fortalezas, echarse porras (aunque suene gracioso), y por último, no postergar las tareas que les dan miedo, les ayudará a terminar paulatinamente con este síndrome tóxico. Con estos últimos tips, les auguro un súper win, queridos godilectores, recuerden las sabias palabras de la Diva de la banda y no se preocuparán más por este síndrome.

Fuentes:

Observatorio RH, “El síndrome del impostor: el 70% de los trabajadores cree no merecer su éxito profesional”, [Fecha de consulta: 20/12/2021]. En:

Michael Page, “¿Padeces el síndrome del impostor”, [Fecha de consulta: 20/12/2021]. En:

 

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