En toda respetable comunidad Godínez, existe un espécimen que, si bien no es sobajado, es tratado como algo menos que un mensajero; no estamos diciendo que ser mensajero esté mal; a pesar de haber sido contratado para una tarea completamente diferente. Bonachón, verdadera actitud de servicio, unas tremendas ganas de complacer a todos, menos a sí mismo, y aspiraciones que parecen inalcanzables, son características de un «y veme a traer…» o el mandadero de la oficina.
Hoy tratamos de entender su complicada forma, y cómo evitar que caigan en ese lugar.
Hacer un favor a alguien está bien, pedir que alguien te haga un favor es normal, pero elegir deliberadamente a alguien, para que todo el tiempo esté al servicio de todos, para llevar o traer cosas, eso sí está mal. Tal como antes dijimos, una de las características más importantes del IBM o mandadero es ser bonachón, alguien que siempre está dispuesto a ayudar, sin importar cuán complicado o cuánto tiempo le desvíe de sus actividades principales; por ejemplo, alguien cree que va a la tienda, saca copias o imprime, y todo el tiempo pregunta al resto de los compañeros si necesitan algo, siempre termina con dicho puesto. Es aquí donde un acto de compañerismo y amabilidad, se convierte en un gran error, algo que deben evitar, por más egoísta que parezca.
Decir que alguien tiene una actitud de servicio puede ser un halago, pero ¿qué pasa cuando esa particularidad es sobreexplotada? A todos alguna vez nos ha pasado que, por querer cumplir las expectativas de todos, terminamos más atareados. Pongamos un ejemplo: deben terminar un reporte, hacer algunas diligencias a otros departamentos y cumplir con ciertos compromisos sociales, luego de salir de la oficina, pero: ¡Oh sorpresa!, el jefe necesita de alguien que se quede horas extra para terminar más reportes y él espera que lo hagan porque son muy serviciales. Recuerden, una cosa es servicial y otra sirviente. No olviden que primero está su satisfacción personal y profesional y luego la del jefe.
Y entre tantas disposiciones por cumplir, ¿en dónde quedan las propias? Esa es la parte más importante, por la que deben evitar ser el IBM de su oficina, porque de no hacerlo, terminaran con un pensamiento mediocre sobre su trabajo, caerán en la rutina y, por supuesto, terminarán por desvanecer toda aspiración que tenían para con su puesto. Repetimos, no es una actitud egoísta, pero a menos que los hayan contratado para ir a la tienda, por las tortas, el café del jefe, sacar copias para todos y hacer otros encargos para sus compañeros, entonces háganlo, de no ser así, respeten el grado académico que tienen y el puesto para el que fueron contratados.
¿Te han mandado por las tortas?